Por mucho tiempo, la religión se ha adjudicado con carácter monopólico el terreno de la moralidad humana. El título de propiedad se decía tener carácter divino y aparentemente solo la humanidad podía entender la moralidad y ejercerla; siempre y cuando se siguiera estrictamente el camino de dios, o al menos, lo que sus "representantes" en este mundo creian que era. Pero, ¿qué tan cierta es esta afirmación? ¿Qué puede decir la ciencia al respecto? La respuesta en pocas palabras está en la evolución y el cerebro.
Moralidad, del latín moralitas se entiende como comportamiento, maneras o carácter adecuado. Para entender como puede surgir naturalmente algo tan complejo como la moralidad, primeramente empecemos con un razonamiento evolutivo.
Una especie animal, cuyos individuos sean independientes y autosuficientes, no necesitan mostrar comportamiento bondadoso hacia otros miembros de su especie; en teoría, cada individuo tiene la carga genética necesaria para asegurar la continuidad de la especie; incluso es más ventajoso que solo los más fuertes sobrevivan y procreen. El escenario cambia drásticamente, en el caso de una especie animal social, donde los individuos pierden independencia y autosuficiencia en aras de un grupo animal más capaz, siempre y cuando se mantenga como grupo. No es de extrañar que en este caso, la evolución favoreciera comportamientos "bondadosos" entre individuos del mismo grupo social, que incluso pudieran desembocar en conductas altruistas; al fin y al cabo, mientras más completo sobreviva el grupo, mayor parte del repertorio genético podrá preservarse. Al mismo tiempo, también surgieron comportamientos "maliciosos" hacia individuos fuera del grupo social, probablemente debido a la competencia más dura por recursos a nivel de grupos. Pasando de la sobrevivencia del más fuerte entre individuos, a la sobrevivencia del más fuerte entre grupos.
Los mamíferos con su capacidad cerebral superior, comparada con otras especies, son más capaces de exhibir códigos morales. Con lo cual, el concepto de moralidad, deja de ser exclusivo del ser humano. En el video a continuación, Frans de Waal muestra comportamiento moral en animales.
Después de mostrar que la moralidad no es una característica exclusiva del ser humano, podemos concentrarnos más detalladamente en la moralidad de éste. El ser humano es más complejo de analizar porque no solo es un ser biológico, sino también cultural. Su extraordinaria capacidad de aprendizaje, basada en su cerebro, permite en muchos casos, sobreescribir comportamiento innatos, adquiridos por el proceso evolutivo.
Para averiguar si el ser humano tiene algún sentido de moralidad natural, se hizo experimentos con niños, así se minimizaría la influencia cultural y se tendría la posibilidad de apreciar de forma más pura la capacidad innata de emitir juicios morales. Los experimentos consistían en hacer las siguientes preguntas:
Para averiguar si el ser humano tiene algún sentido de moralidad natural, se hizo experimentos con niños, así se minimizaría la influencia cultural y se tendría la posibilidad de apreciar de forma más pura la capacidad innata de emitir juicios morales. Los experimentos consistían en hacer las siguientes preguntas:
- ¿Es correcto que A golpee a B?
- ¿Es correcto que A mastique goma de mascar en la clase?
La respuesta de los niños fue que no era correcto. Al preguntarseles ¿por qué? Los niños respondieron en el primer caso que A le hacía daño a B; y en el segundo, que la maestra dijo que no debia hacerse. Luego se modificaron las preguntas de la siguiente forma:
- Si la maestra dice que si se puede golpear a alguien. ¿Es correcto que A golpee a B?
- Si la maestra dice que si se puede masticar goma. ¿Es correcto que A mastique goma de mascar en la clase?
La respuesta de los niños en el primer caso se mantuvo como que no era correcto. Pero en el segundo caso dijeron que estaba bien. Estas respuestas muestran una capacidad innata para rechazar el hacer daño a alguien más, mientras que con otras reglas, la respuesta depende de lo que se les enseñe. Se hizo un experimento similar como psicópatas encarcelados, las respuestas seguían siendo de que no era correcto, pero las razones cambiaron. Los psicópatas respondieron en ambos casos, que no se supone que se haga lo mencionado, sin nombrar en ningun momento que alguien estaba siendo lastimado. Pruebas mas detalladas, haciendo escaneos de actividad cerebral detectaron una zona en el cerebro que aumenta su actividad cuando la persona tiene que hacer juicios morales, que en el caso de los psicópatas parece no activarse correctamente. En otras palabras, el ser humano, tiene un sentido de moralidad innato asentado en el cerebro. El siguiente video (en inglés) explica en más detalle tales experimentos.
La conclusión es que sí tenemos un sentido de moralidad innato, el cual encaja perfectamente con el razonamiento evolutivo: no hacer daño al prójimo. El éxito en la supervivencia de una especie social depende de todos los miembros del grupo, mientras mejor estén todos, mejores posibilidades se tiene. Esta cualidad moral, está intimamente ligada con la empatía, que es la capacidad para entender el sentir de los demás. Lamentablemente, la evolución también nos heredó otra característica, la xenofobia. Podemos ser morales o empáticos con los miembros de nuestro grupo social, pero al mismo tiempo nunca deja de estar vigente el hecho de que se está compitiendo con otros grupos sociales, y no importa mucho que pase con otros grupos en tanto el nuestro esté bien. Esto explica ampliamente, porque surgen tan fácilmente las rivalidades, disputas y violencia entre grupos, tribus o incluso, dando más énfasis a la cultura, entre naciones o religiones.
La reflexión final va en el sentido, de que nuestra capacidad de aprendizaje, puede permitirnos adoptar un código moral más amplio, pero debe llevarse a cabo con cuidado, o corremos el riesgo de introducir comportamiento aberrante, incluso dentro de los miembros de un mismo grupo. Después de todos estos párrafos, puedo decir que la religión nunca tuvo verdaderas respuestas para la moralidad humana; al no conocer los verdaderos orígenes y alcances de nuestro sentido moral. Por el contrario generó mucha violencia y sufrimiento al imponer reglas absurdas y caprichosas. La mujer y los niños han sido afectados innumerables veces en diferentes partes del mundo por diferentes religiones. Por otro lado, las religiones al autoproclamarse como verdades absolutas excluyentes no han hecho otra cosa que crear nuevos grupos sociales, sumamente hostiles contra sus competidores, lo cual trajo mucha violencia a lo largo de la historia.
El terreno de la moralidad, ya no le pertenece solo a la religión; es más, ésta nunca entendió realmente el problema en toda su magnitud. En vez de integrar los diferentes grupos humanos pacífica y tolerantemente, para luego dejar que nuestro sentido innato de moral haga el resto, solo dividió a la humanidad, poniéndola es una carrera despiadada para ver que dios ganaba más adeptos. Actualmente, la ciencia brinda una visión mucho más clara de como lograr un mejor bienestar para el ser humano.
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